San Luis Potosí se vistió de protesta este martes, cuando una caravana de trabajadores del Poder Judicial Federal, provenientes de Zacatecas, irrumpió en la capital potosina en defensa de la autonomía del Poder Judicial. Aunque su destino final es la Ciudad de México, decidieron hacer una parada estratégica en tierras potosinas, para dejar bien claro que la reforma constitucional al Poder Judicial Federal, propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, no es bienvenida en su gremio.

Todo comenzó como un movimiento digno de una película épica: un grupo de jueces y trabajadores judiciales marchando por la avenida Venustiano Carranza, ondeando pancartas en defensa de la independencia judicial. «Juez votado, corrupto asegurado», coreaban, con el fervor de quien siente que el destino de la justicia está en juego. Ah, pero las coincidencias del destino (o tal vez no tanto), quisieron que, apenas unas horas después, un grupo de simpatizantes de Morena, encabezado por diputados electos, decidiera «espontáneamente» manifestarse en el mismo lugar.

¿Casualidad? ¿Un intento fortuito de opacar a los primeros manifestantes? Seguramente no, pero al menos los potosinos pudieron disfrutar de un «doble show» de marchas en un mismo día. Primero, los trabajadores del Poder Judicial gritando por la defensa del estado de derecho, y después, los morenistas exigiendo un cambio «para el beneficio del pueblo», todo bajo la mirada de los curiosos transeúntes que asistieron a este inusual espectáculo callejero.

La marcha inicial, con cerca de 400 trabajadores judiciales y ciudadanos preocupados, culminó en Plaza de Armas, donde se hizo un llamado a la sociedad para defender un sistema judicial independiente. Sin embargo, apenas comenzaban a desmontar sus pancartas cuando los simpatizantes de Morena ya estaban en camino para «completar la jornada».

Donatiu Hernández, uno de los líderes del segundo contingente, defendió la reforma propuesta por López Obrador como la panacea para un Poder Judicial que, según él, «solo responde a sus intereses». Y es que, claro, la solución a todos los problemas parece estar en permitir que jueces, magistrados y ministros sean elegidos por voto popular. Porque, como todos sabemos, nada mejor que unas elecciones para asegurarse de que los más «preparados» y «humanos» lleguen a los puestos más importantes de la justicia.

Pero aquí no terminó la ironía. Los manifestantes pro-reforma destacaron que los magistrados de la Suprema Corte de Justicia ganan 740 veces el salario mínimo de un obrero, y que es hora de acabar con esos «privilegios». Un argumento sólido, claro, siempre y cuando se ignore la pequeña contradicción de que estos mismos privilegios podrían acabar en manos de candidatos con suficientes «compromisos electorales».

Al final del día, San Luis Potosí fue testigo de dos visiones opuestas chocando en las calles, ambas asegurando luchar por la justicia, pero con métodos y fines muy distintos. Mientras unos se van a la Ciudad de México, otros se quedan esperando a que la «democracia» haga lo suyo, en una jornada que no pasó desapercibida, aunque uno no pueda evitar preguntarse si esta «guerra de marchas» realmente llevará a algún lado.