La irresponsabilidad en el uso de pirotecnia cobró una nueva víctima. En la colonia Las Palomas, en la capital potosina, Chucha, una perrita chihuahua de 14 años, falleció tras sufrir un paro cardíaco provocado por el estrés que le causaron los estruendos de los cohetes lanzados en una festividad religiosa.
«Era una perrita sana, alegre y juguetona», relató su dueña, Rosa Alicia Ruiz Luna, quien recordó los momentos de angustia que vivió su familia. “Aunque la abrazábamos para calmarla, el ruido era insoportable. Su corazón no resistió”.
El veterinario confirmó que el estrés prolongado había desencadenado una taquicardia fatal. A pesar de los intentos por estabilizarla, Chucha falleció.
Esta tragedia no es un caso aislado. Según organizaciones protectoras de animales, los fuertes estruendos de la pirotecnia afectan gravemente a las mascotas, cuyo oído es mucho más sensible que el de los humanos. Además, las explosiones también impactan a bebés, personas mayores y quienes padecen ansiedad.
Rosa Alicia hizo un llamado a la conciencia colectiva: “Por un momento de diversión estamos causando un sufrimiento innecesario. Historias como la de Chucha deberían hacernos reflexionar”.
La muerte de Chucha es un recordatorio doloroso de que la celebración de unos puede ser el tormento de otros. Cada cohete que se lanza es una decisión que puede costar vidas. Por una celebración responsable y empática: Di no a la pirotecnia.
con información de El Universal