La tradición dice que tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, visitaron a Jesús luego de su nacimiento y le ofrecieron como regalos: oro, incienso y mirra como muestra de su respeto y reconocimiento a su categoría como rey y a su divinidad.
Sin embargo, el Evangelio según San Marcos señala que después de que Jesús nació en Belén, en tiempos del rey Herodes, llegaron a Jerusalén unos sabios procedentes de Oriente guiados por una estrella. Pero no se menciona que fueran estrictamente tres, ni tampoco sus nombres.
El rey Herodes, al escuchar que esos conocedores de la astrología buscaban al «rey de los judíos», les pidió avisarle cuando encontraran a ese niño que había nacido en Belén, de acuerdo a la profecía, para ir a adorarlo también.
Luego de escuchar al rey Herodes, los sabios de Oriente siguieron su camino hasta que la estrella que seguían se detuvo sobre el lugar donde se encontraba el niño y sus padres. Ofrecieron sus regalos: oro, el metal de los reyes; incienso, la ofrenda de los dioses; y mirra, como anuncio de sus futuros padecimientos; y luego, advertidos en sueños, no regresaron a Herodes y volvieron a su tierra por otro camino.
En realidad, el Evangelio ofrece muy pocos datos sobre los Reyes Magos y es a través de la tradición y otros documentos que no se incluyen en la Biblia conocida, que se ha dado forma a los personajes místicos que visitaron a bebé Jesús.
Mucho ha sido el debate con relación a que la traducción de «magos» que aparece en las sagradas escrituras se refiere a sabios que tenían conocimientos en distintas disciplinas de la ciencia, como el movimiento de los astros y la observación del cielo.