Las comisiones unidas del Congreso del Estado aprobaron modificaciones jurídicas para implementar la Reforma Judicial en el estado. La mayoría aplaudió sin chistar, pero siempre hay alguien que rompe la calma del salón. Esta vez, el único voto en contra fue de la priista Sara Rocha Medina, y Jessica Gabriela López Torres, de Morena, decidió abstenerse porque, según explicó, no todo lo que reluce es oro.
¿La razón de su desacuerdo? Bueno, al parecer, alguien en la iniciativa local se entusiasmó de más con la calculadora: mientras la Federación propone nueve años en el encargo de magistrados sin derecho a reelección, aquí decidieron subirlo a 12. Total, ¿qué son tres añitos más en un país donde el tiempo vuela cuando se trata de «trabajar» por la justicia?
Pero eso no es todo. Si de jueces hablamos, el periodo también trae sorpresa. En el nivel federal, los juzgadores tienen seis años con opción a otros seis; es decir, doce en total. Pero en el estado se fueron con todo: nueve años, con posibilidad de una reelección de otros nueve, llegando a la nada modesta suma de 18 años. Como diría cualquiera: ¡Si nos gusta algo, nos gusta bien largo!
Jessica López Torres también lanzó otro recordatorio: mientras la Federación propone renovar el Poder Judicial de manera escalonada, comenzando con un 50% de los integrantes, aquí decidieron echar toda la carne al asador y cambiarlo ¡de un solo golpe! Porque si algo nos caracteriza es la paciencia y la mesura.
En resumen, la reforma es como cuando pides algo por internet y te llega con «extrañas mejoras» que nadie te consultó. Había una base, claro está, pero aquí se aplicó la ley del más más: más tiempo, más periodos y más prisa. Y como dice el dicho: ¡El que mucho abarca, poco aprieta! O en este caso, aprieta tanto, que hasta incomoda.
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