Por José F. Arellano Covarrubias
En un campamento exclusivo religioso, una elite de jóvenes es llevada para su adiestramiento ideológico, físico y moral. Pronto las justificaciones de un mal mayor formaran parte de la manipulación, el verdadero mal del hoyo en la cerca.
La constante y celosa mirada de las autoridades infunden preocupación, el campamento está repleto por desafiaos morales, en una incómoda travesía los jóvenes aspiran a un cambio ritual, el pasaje de niños a hombres, con esto la historia tiene muchos planteamientos de educación, la silenciosa pero latente idea supremacista, el racismo interiorizado y la crueldad de las instituciones, los pequeños niños pierden su moral ante las enseñanzas despiadadas.
Joaquín del Paso regresa con su segundo largometraje tocando fibras sensibles, basado en una etapa de su niñes, cuenta su visión ante la represión ideológica, el silencio impuesto y el conflicto al momento de enfrentarse a un mundo cruel, los niños, casi jóvenes son el reflejo del futuro y con este largometraje incomodo acusa a la sociedad actual.
El film utiliza el miedo y la histeria colectiva como una herramienta más aterradora que la ficción. Su propuesta cinematográfica es un respiro a la costumbre del medio mexicano, un señalamiento artístico que no se puede omitir.
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