Un estudio de la Universidad de Linköping, publicado en The Atlantic, sugiere que vivir con humanos está impulsando una tercera ola de domesticación en los perros, llevándolos a una nueva etapa evolutiva.
Históricamente utilizados como animales de trabajo, los perros han evolucionado para ser principalmente compañeros emocionales, mostrando mayor sensibilidad a la oxitocina, conocida como la «hormona del amor».
Los investigadores también destacan una diferencia clave: los perros de servicio, más obedientes y con mayor cognición social, lideran esta transformación, adaptándose mejor a las demandas del siglo XXI.
Esta nueva fase podría dar lugar a perros más amigables y aún más adaptados a la vida cotidiana humana.