Con motivo del sexto día del XLII Festival Internacional de Danza Contemporánea, se presentó la compañía De danza “Delfos Danza Contemporánea” con la presentación Vientos de Cambio, una coreografía de Xitlali Piña y Víctor M. Ruiz. El evento tuvo lugar en el Teatro de La Paz, en punto de las 20:00 hrs. Una compañía de Mazatlán Sinaloa.
Al lugar se dieron cita decenas de asistentes curiosos de conocer el trabajo que se lleva a cabo en el norte del país. Esta obra estuvo dividida en 4 tiempos, el primer tiempo, bailarines en vestuarios de tonalidades negras, nos regalaron momentos de movimientos rápidos, como si de guerreros combatientes se tratase, es importante hacer un paréntesis para comentar lo siguiente, ya lo hemos dicho a lo largo de esta cobertura del festival, la danza contemporánea es muy difícil de enmarcar en una narrativa, en ocasiones, y esta parece no ser la excepción los bailarines nos demostraban solo una coreografía bastante elaborada con movimientos propios de este arte.
Como segundo acto, la compañía Delfos, nos regaló bastos elementos de lo que parecían ser barquitos de papel que delimitaban el área a ocupar. Dos jóvenes profesionales bailarines nos presentaron una obra con movimientos complejos , una vez más, una historia no contada, simplemente una danza que evocaba dificultad, estiramientos varios y una serie de movimientos rítmicos que dieron vida a lo que parecía ser dos náufragos de su propio destino.
La tercera pieza vino a acompañada de puras mujeres, lo curioso es que traían la boca tapada con cinta blanca y una cruz negra. Atuendos sobrios en colores negros, morados y rojos, nos empezaron a contar, o al menos pudimos dilucidar una especie de sometimiento entre ellas mismas, algo así como la condena que las mujeres ejercen las unas sobre las otras, pues algunas mujeres sostenían brutalmente el pelo de otra, sumado a una boca totalmente cubierta. Esta pieza tuvo un grado de dificultad alto, no solo por los movimientos ejecutados, sino porque las bailarinas tenían la boca tapada, si pudiéramos empatizar, sería como subir 100 escalones con cubre bocas. Finalmente en una oda a la libertad se quitaron las cintas y sus vestidos, para terminar desnudas y apiladas una sobre la otra. Una fotografía simplemente espectacular, digna de un festival Lila López.
Finalmente el último acto, aparecieron todos los bailarines, tres hombres y 5 mujeres, quienes hacían acto de presencia sobre el escenario con vestuarios nuevamente negros, pero esta vez mucho más abiertos, una vez más movimientos rápidos en el que nos dejaban ver que la danza no se ejecuta solamente en parejas hombre y mujer, sino que se vale danzar hombre a hombre y mujer con mujer, una perspectiva bastante abierta como lo fue la desnudes del pasado acto. Esta compañía nos mostró que la danza no conoce de estigmas.
Los invitamos a seguir la cobertura del festival y comentarnos cuales fueron sus percepciones de las obras hasta ahora presentadas.
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