Por demostrar que es posible controlar partículas en entrelazamiento cuántico, un estado en el que lo que le ocurre a una partícula determina lo que le pasa a otra, pese a estar a kilómetros de distancia, la Real Academia de las Ciencias en Suecia concedió el premio Nobel de física a al francés Alain Aspect, el estadounidense John Clauser y el austriaco Anton Zeilinger.
En 2012 el equipo de Zellinger logró teleportar un estado cuántico entre dos fotones de luz entrelazados y separarse por 143 kilómetros: uno estaba en la isla canaria de La Palma y el otro en Tenerife.
El concepto de entrelazamiento no es en absoluto intuitivo. Una vez que dos partículas elementales están entrelazadas, la medición de una propiedad física (como la polarización o su momento intrínseco de rotación) en una de ellas determinará lo observable en la otra, sin que existan señales físicas entre ellas.
A través de una partícula, se puede transferir información a otra muy alejada. De hecho, Albert Einstein odiaba este concepto que lo definió como “una espeluznante acción a distancia”.
Las herramientas desarrolladas por los físicos han marcado un camino hacia nuevas tecnologías de comunicación cuántica y métodos seguros de encriptación de la información.